Elecciones en Nicaragua posicionan al Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN), el partido oficial del actual presidente Daniel Ortega. Sin embargo, el proceso es desconocido por los Estados Unidos, países centroamericanos vecinos, y hasta por representantes de organismo de la comunidad internacional.
La suspensión de tres partidos políticos de la oposición, el encarcelamiento de seis ex-candidatos, de representantes de organizaciones sociales de la oposición, y la continua persecución política condicionaron al partido de gobierno en adquirir ventajas competitivas frente a sus adversarios políticos. El resultado saldó al menos “1.654 hechos de violencia en el contexto electoral”, según cita la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“Después de sofocar de una forma muy metódica a la competencia y la disidencia, el presidente Daniel Ortega prácticamente se aseguró la victoria en las elecciones presidenciales de hoy. «Es una película de terror en cámara lenta»”, opinó el director ejecutivo de la organización Human Right Watch.
La contienda electoral convocó a más de 6,2 millones de nicaragüenses, para seleccionar a un nuevo mandatario, así como a los noventa diputados de la Asamblea Nacional y a veinte diputados del Parlamento Centroamericano (Parlacen). Se desarrolló con relativa normalidad, y sin la presencia de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), ni de la Unión Europea, ni del Centro Carter estadounidense.
Con información de Contra Punto