El Gobierno boliviano destacó el descenso de la letalidad de la pandemia de COVID-19 pese al brusco aumento de las infecciones en la actual cuarta ola de contagios.
«En este momento tenemos la mayor cantidad de casos que se han presentado en la historia desde la aparición de la pandemia, pero también la letalidad ha bajado del 6,2% en la primera ola, y en la última semana epidemiológica estamos con 0,8% de letalidad», dijo el ministro de Salud, Jeyson Auza.
En la semana que concluyó, Bolivia registró tres récords sucesivos de contagios, con dos marcas de casi 8.000 casos diarios, más del doble de los picos de la primera ola a mediados del año pasado.
«Vale decir que nuestra gente sí se está enfermando pero se está muriendo menos», dijo Auza, destacando la importancia de la detección masiva y la vacunación como claves de la disminución relativa de decesos por COVID-19 mientras el país soporta principalmente la presencia de la variante delta del coronavirus.
Auza advirtió, sin embargo, que Bolivia no puede considerarse a salvo de períodos más graves de la pandemia, por lo cual instó a la vacunación y al cumplimiento de normas de prevención como distanciamiento social y presentación de carnet de inmunización para ingresar a lugares públicos y medios de transporte.
«Acá no se trata de posicionamientos ideológicos; respetamos profundamente las creencias religiosas. La vacunación sigue siendo voluntaria, no es obligatoria, y aquel que ejerce su derecho a no vacunarse también tiene que ejercer el deber de no llevar nuevas variantes, de no contagiar», remarcó.
Bolivia reportó hasta el 2 de enero 614.941 contagios de COVID-19 a lo largo de toda la pandemia, incluidos 19.733 decesos, según el más reciente informe oficial.
El departamento oriental de Santa Cruz es el más afectado, con más de la mitad de la cifra total de contagios y casi el 80% de los casos de la última semana.
Con información de SPUTNIK
